jueves, 17 de abril de 2008

De María Blanca Nuri


Cumplo con lo prometido

Recuerdo aquella mañana. Estábamos sentados en el patio de la vieja casa de Santiago. Una brisa suave y generosa traía el olor de eucalipto de un árbol cercano. Yo, en una sillita baja al lado de la suya más alta. En ese entonces, para mí, él era un gigante. A su costado, una mesa, de la cual tomó el libro. Mirá lo que te voy a enseñar, me dijo.
Yo, atenta, seguía el movimiento de sus manos.
Él, amorosamente colocó el papel azul araña, midió que sobresaliera del libro por todo el contorno unos tres centímetros, en el medio trazó imaginariamente el ancho del lomo, hizo dos tajos por uno y otro borde hasta llegar al ancho del lomo, plegó hacia adentro las dos aletas que había marcado y siguió trabajando por los dos cantos laterales del libro. Plegó los tres centímetros, cortó con precisión un triángulo apenas rozando cada esquina.. Me sorprendió ese detalle. Era para que, cuando terminara de quebrar los bordes hacia dentro, las esquinas quedaran sin exceso de papel que abultara.
Apretó tapa contra tapa, pensativo, lo apoyó contra su cuerpo por un instante y luego me lo entregó. Yo sentí el olor de eucalipto y un leve temblor que pasaba de su mano a mi mano. Era una Biblia escrita en esperanto. No me olvido.
Aprendí tanto de este libro, me dijo. Lo leí muchas veces en distintos idiomas. Todas las historias están aquí contadas; la mía y la tuya también.
¿La mía?
- Sí, la tuya, con el tiempo vas a entender.
Mirá, hacia allá, cruzando los mares, está Kharpout, en Armenia.
¿Sabías que, cuando las aguas subieron, Noé se salvó porque su barca llegó a la cima del monte Ararat, en Armenia?
-Sí, la señorita me contó en la escuela, pero ¿es cierto eso?
- Sí, es cierto.
Cosas buenas y malas pasaron allí. Muchos, muchos años después que Noé, se formó un pueblo de gente muy trabajadora. Les gustaba la vida pacífica más que ir a la guerra. Mi padre, mi madre, mis hermanos y yo nacimos entre esa gente.
Allí se instalaron los turcos. Eran diferentes, otra raza, otro idioma, otra religión, guerreros por naturaleza. Pensaron que podíamos ser una amenaza para ellos. Ocuparon nuestras casas y nuestras tierras, abusaron de las mujeres, hasta de las niñas. Intentaron no dejar ni un armenio vivo, me dijo, y se le llenaron los ojos de lágrimas.
- Pero vos te salvaste.
Sí, Dios me protegió. En ese momento, yo estaba en el Líbano estudiando en un colegio francés.
Los mataron, en mi ausencia. A mi madre, mi padre, mis hermanos, mis abuelos.
Los mataron.
Imagino a mi madre… lucho, pero no puedo. No, no puedo olvidar. Esa imagen me persigue. Nada, el tiempo, nada logró borrar esas imágenes que me invaden.
Por esos tiempos todo fue aturdimiento Después nos enteramos. Fue uno de los genocidios más grandes de la historia.
-¿Genocidio?
-Sí, genocidio. Los gobernantes turcos organizaron el exterminio de todo el pueblo. Murieron dos millones de armenios.
-¿Tantos?
Sí, dos millones. El año 1915 fue el más violento. En su afán por turquizar la nación, querían destruir toda la población cristiana, en la que también incluían a los árabes y griegos. Los turcos usaron toda su imaginación para realizar las más exhaustiva y monstruosa aniquilación de nuestro pueblo. Millones de personas fueron arrojadas al desierto, sin alimentos, sin agua y sin ropas.
Las caravanas partían al desierto con hombres, mujeres y niños temerosos, indefensos. Apenas sospechaban el terrible destino que tenían marcado para ellos. Los custodios que los acompañaban a poco tiempo de andar se convertían en los más sanguinarios verdugos. Separaban a las madres de sus hijos, a las esposas de sus esposos, a los ancianos de sus familias.
Usaban bayonetas exigiendo que continuaran la marcha, hasta que los abandonaban moribundos en el camino. A medida que avanzaban se multiplicaban los cadáveres.
Llegaron a imaginar torturas que solo pueden ser producto de mentes enfermas. Les arrancaban las uñas, exigían a una mujer parturienta que siguiera el camino y a otros les ponían herraduras en los pies, como demostración de lo que les sucedería a los que intentaran resistirse. Así avanzaban las caravanas hacía la muerte.
-¿No podían hacer nada para salvarse?.
-Los que llegaron a esa situación ya no podían hacer nada.
Los armenios sólo sabíamos de trabajo y prosperidad. Con el tiempo nos enteramos que los poetas, los pintores, los intelectuales y algunos de los que vivían en los barrios más prósperos dela ciudad de Van, sospechaban y temían la destrucción que el propio gobierno podía generar, como después ocurrió; pero nuestros dirigentes allí como en otros pueblos, aconsejaban no resistir. Pensaban que podían dar motivos para las represalias, como ya había sucedido en otras oportunidades.
Lamentablemente los turcos tenían el poder y las armas que en ese momento, muchos las usaron como bestias.
- Seguramente querías alejarte de todo eso.
Vine buscando un lugar para vivir en paz. Aquí encontré lo que buscaba, me dijo.

- ¿Sabes abuelo?
Hasta el día de hoy forro los libros como me has enseñado.
No sé si por pura casualidad, cuando siento olor a eucalipto corre una brisa fresca que me trae recuerdos de tus sueños de paz, de tus deseos que algún día los hombres puedan hablar un idioma común.
Muchas veces pienso: ¿los aires de estas tierras, habrán borrado de tu mente antes de morir, aquellas imágenes que te torturaban? Nunca lo sabré.

Si supieras abuelo que después de tantos años, en el mundo, las cosas no han cambiado demasiado. Pero yo cumplo con lo prometido: cuento tu historia a otros.
*
María Blanca Nuri

Curriculum Vitae. Síntesis

Arquitecta y Psicóloga .Universidad Nacional de Tucumán. Docente universitaria (20 años). Investigadora como becaria del Fondo Nacional de las Artes y del CONICET. Realizó tres trabajos por contratos con el CFI- Consejo Federal de Inversiones- sobre “Preservación de poblados de valor histórico en Salta y Catamarca.
Se desempeño como Directora de Letras y Pensamiento Crítico del Ente Cultural de Tucumán desde donde fundó el Mayo de las Letras, Celebración de Vida y Muerte en Tafí del Valle y otros encuentros culturales.
Escribió obras de teatro que fueron presentadas: “Eros Café” “ Arrégleme la cabeza”, “ El psicoanalista” (Monólogo). “La niña de la niebla” – Personajes: Darwin, Fitz Roy, Fuegia Basket.
Publicó (en colaboración) Libros: Arte en voz. De cómo plásticos y teatristas se cruzaron y ; Premios Bernardo Canal Feijoo 2001 –2002. Textos Teatrales.
Ha escrito artículos culturales en la revista de CCC- Compañía de Circuitos Cerrados - durante once años consecutivos hasta el presente y en otras de arquitectura y psicología. Conduce el programa televisivo: “Los Juegos de la cultura” Con entrvistas a protagonistas de nuestra cultura (Diez años consecutivos).S. M. de Tucumán.

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